lunes, 9 de julio de 2012

K

K indudablemente quería sentir; porque sin sentimientos ni convicción no es posible hacerlo. Pero la situación era esta: Debió de haber visto mucho su espejo artificial, pues se encontraba en un estado de “Nuevo Niervana”, como le llama su querido chamán Benigno -ese es su nombre-, que leía en un sólo tomo condensado. Su espejo le dijo de las publicaciones mensuales “Niervana fácil en 8 meses”, con una pieza de Buda para meditación dorado. Este mes venía la cabeza calva y gorda del Buda por venir. K era tradicional; no quería un Nuevo Niervana alcanzado por la contemplación del espejo artificial, ni un New Nearvana de conexión digital y craneana al ordenador; K quería el Niervana en la forma más fiel y tradicional, por ello leía ávidamente su manual fácil Niervánico de 70 páginas. Se paseaba por las calles con su grueso libro y descansaba en los cafés de moda.

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