miércoles, 18 de julio de 2012

XVII

Para Celeste

Manos calientes que secan flores

agreden mi espalda

como haciendo surcos para maíz

en laberintos circulares

donde sea más difícil encaja la semilla

y plantar el regreso

donde se olvide

y sólo se conozca el presente

[mi amor] matasanos

destruyes [las] metáforas

propias y heredadas

lunes, 9 de julio de 2012

Canned Truth

La verdad es un producto invendible e incómodo, y no porque nadie lo compre, sino porque la publicidad hacia esta es casi nula y hay una oferta que confunde. ¿Cómo voy a comprar verdad habiendo tantas etiquetas y tan poco reconocimiento del llamado "valor conceptual agregado"1 de todas ellas? Hemos llegado a un punto donde no logramos simplificar la verdad, sino que hemos dejado de consumirla. No la consumo porque todas esas opciones me confunden. Tengo una teoría acerca de la caída del gran país rojo; a la gente le gustó la verdad importada. Les gustó porque les hacía sentir cosquillas en la boca; y los chinos le nombraron a esta verdad importada con la conjunción de los kanji boca y felicidad. Vieron opciones que anhelaron y dejaron de hacer cola para recibir su verdad producida por el Estado; ellos querían otra verdad. Ergo, complicáronse la existencia. Antes era más fácil, solo ibas con el tendero, con una pala te vendía verdad a granel. Tomabas la que necesitabas de esos barriles grandes que tenía al frente del mostrador y la ponías en el morral. Me acuerdo que mi papá me contó acerca de cuando lo mandaban a comprar verdad; le daban siete centavos. Él compraba seis y se guardaba uno para sus dulces. Y es que, en realidad a él no le interesaba la verdad. Él solo quería dulces. Quizá nosotros también. 1. Que primero fue nombrado por Marx como “el fetichismo de la mercancía”.

Cíclope y gigante

De los grandes vecinos hay uno en particular que se previene del cuestionamiento, a pesar de ser profesor. Es un cíclope de brazos negros y medidas de gigante. Tiene una torre de bloques que se humedecen cada que llueve, cuando es de noche y llovizna, se hace invisible y es protegida por altos árboles, las palomas raramente se apoyan en las salientes del edificio, aves como los cuervos posan por horas despellejando ratones que el cíclope deja encajados en ganchos, sobre la puerta de entrada. ¿Así quien desearía visitarle? Dos amigas; una giganta y una pequeña cíclope. La fascinación que tienen por el vecino es el hecho de que les asesora en la búsqueda del conocimiento y de ellas mismas. La giganta es rápida en su pensar, sin embargo siempre ha dudado de la acción, siempre piensa si logrará llegar de un paso, si cabrá en el lugar al llegar, si habrá suficiente aire que respirar, y puede que en ello se le vaya una vida humana. A la cíclope se le dificulta ver y luego analizar, tiene un ojo menos que su amiga, y su ojo magnimiza lo que observa, lo hace grande, lo hace grave y muy real, sobre todo el dolor y la tragedia; sin embargo siempre ha sido de acciones rápidas. Al vecino le oyeron hablar muchas veces acerca de la agilidad y el control del ego, esa bestia que media entre nuestra alma más enterrada y la otra que brilla como trofeo; le oyeron hablar acerca de la perfección de la técnica de acción, de los procesos que curan la mente por la praxis, la liberación en la construcción. Su torre era el ejemplo de la perfección de su dogma. Un monumento sólo logrado por quien tiene conceptos hermosos acerca de la tercera dimensión y precisión bifocal para plasmarlo golpe a golpe sobre la piedra; y arte logrado del trabajo fuerte y decidido, rápido en la escultura. ¿Cómo pudo ese ser de extremidades toscas y rígidas; de un ojo oscuro y fijo, haber logrado tal hazaña? Sólo hacía falta escucharlo. Sus directrices están en la ciencia, el trabajo y la experimentación. Explicaba: "La torre es el molde donde tu persona encaja, por medio de la praxis en la construcción constrúyete, toma la piedra que ha partido del peñasco y rómpele para hacer tus cimientos, será lo gratuito de lo que tienes que hacer tu base. Con la fuerza obtenida podrás traer piedras del río, se te darán redondas, y las encajarás cuando las logres hacer cuadradas. Luego podrás darle pisos con piedra blanca de los fósiles y huesos de quienes ya no están, dale la forma adecuada. Las almenas, los acabados, el cristal, son puestos mientras trabajas, la belleza no es accesoria, la estética es ética. Seamos bellos. Cuando vivas dentro de tu torre, sabrás que es tu casa, tu caparazón, tu piel y ropa, que te hace ser lo que eres." Así que la giganta y la cíclope se rompieron las piernas y las manos forjando adornos y picando bloques. Sus pieles y corazones formaron escamas de roca. Sus palacios son exquisitos. Al cíclope gigante sólo lo visité una vez. Cuando le vi las manos me di cuenta de todo. Eran suaves y delicadas como las de una doncella enguantada. Ahora sé que los gemidos y sollozos que salen de la punta de su torre no son los de prisionero alguno.

K

K indudablemente quería sentir; porque sin sentimientos ni convicción no es posible hacerlo. Pero la situación era esta: Debió de haber visto mucho su espejo artificial, pues se encontraba en un estado de “Nuevo Niervana”, como le llama su querido chamán Benigno -ese es su nombre-, que leía en un sólo tomo condensado. Su espejo le dijo de las publicaciones mensuales “Niervana fácil en 8 meses”, con una pieza de Buda para meditación dorado. Este mes venía la cabeza calva y gorda del Buda por venir. K era tradicional; no quería un Nuevo Niervana alcanzado por la contemplación del espejo artificial, ni un New Nearvana de conexión digital y craneana al ordenador; K quería el Niervana en la forma más fiel y tradicional, por ello leía ávidamente su manual fácil Niervánico de 70 páginas. Se paseaba por las calles con su grueso libro y descansaba en los cafés de moda.

Las rosas son verdes

La poesía costaba 100,500 eurorrupias. Hacía meses que no veía subastar una nueva poesía en una cifra tan cuantiosa y sobre todo una poesía en español. Pero parecía ser que valía la pena y el autor parecía prometedor; quizá podría incluso producir otras tres sin ser ahogado en deudas y demandas. Como le pasó a Labrado. Su poesía “las rosas son verdes” le generó enormes ganancias cuando fue comprada por la aerolínea Bree-Gonzáles, líder comercial en lo que en el milenio pasado se llamó la zona Tex-Mex y que ahora ya su gente considera, pedantemente, un “continente etno-político”. Bien, la cifra no la sé de cierto, sólo puedo especular que costó una tercera parte del presupuesto de marketing de la empresa. Pero bueno, para no hacerles largo el cuento, Labrado fue demandado por casi cien empresas, que alegaban tener copyright sobre frases y palabras que utilizó en su poesía. La mayoría de estas empresas eran pequeñas y no muy importantes; volátiles, sobrevivían a través de este tipo de demandas; pero dos de ellas eran de envergadura “transnacional”, si así queremos llamar su extensión, ya que ahora todo el mundo habla de magninacionales 1. Lo que salvó a Labrado de la cárcel y una deuda que no pagaría a menos que escribiese un libro completo 2, fue la relación que tenía con los autores de las poesías de esas dos “transnacionales”; Bobber, quien conservaba aún los derechos de su poesía “las rosas son rojas” y sobre la cual también hubo una extensa investigación sobre su originalidad y Gimneel, constante en su trabajo, con más de 20 páginas en su haber, quien escribió “a gritos verdes”, pararon las demandas de sus contratistas por medio de contrademandas. En fin, hoy lo que nos interesa es la poesía que acaba de ser vendida: mi amor es llamarada (de petate) que arranca por los cielos (corazones) que ablanda las florcillas (que las pudre) que no conoce celos (no esquizoides) mi amor a manos llenas (de excremento) lo doy ya concentrado (cual veneno) lo bebes como el vino (adulterado) y caes enamorado (casi muerto) Mi trabajo es asesorar al comprador de poesía, en este caso hemos recomendado el producto en cuestión para el mercado de las tarjetas con dedicatoria, inundaríamos el mercado con esta nueva poesía coherente y nueva, porque sabemos la situación que vive la industria; las tarjetas de felicitación sólo tienen poesía jitanjáfora y dadaísta y sobre todo en sobreesdrújulas, pues puede que se escriba una palabra en otro idioma sin saberlo y así ser demandado por ello. El próximo mes se aprobará en el Congreso Plenipotenciario una ley que eliminará las cartas escritas por particulares y con ello la posibilidad de poemas amorosos propios, mientras más variedad en la oferta consigamos lograr, más ganancias tendremos y con suficiente suerte y capital acumulado entraremos en el mercado de las grabaciones poéticas, un movimiento inteligente, ya que cuando entre en acción la Ley de Enunciación Poética, aprobada hace dos semanas, la gente no podrá decir palabras de más de dos sílabas que tengan copyright o serán detenidas y los policías, con licencia especial de Chispa-Cola, arrestarán enunciando uno de los slogans del refresco: “tiene derecho a guardar silencio”. 1. Magnificadoras de naciones. 2. La gente de finales del milenio pasado no se explicaba cómo es que los egipcios construyeron sus pirámides más famosas, ahora inexistentes; de sus autores sólo uno pudo decirlo y no se le escuchó sino hasta 500 años después de su muerte, Marx explicó que fue el trabajo organizado lo que lo logró. De igual forma nuestros contemporáneos no se explican como es que puede escribirse un libro entero sin violar copyrights y sin trabajo en conjunto de ayudantes y aprendices. *Nota del editor: este texto, traspasado de memoria de silicón arcaica del año 3079 muestra que esta gente no creía posible que existiese imaginación prolífica, como, durante el periodo del que habla la nota, no se concebía real la magia que no fuese generada en las Vegas.

Los Mayúsculos

Para Ivana Cuando los mayúsculos vivían en las puertas, la gente sabía que los fantasmas habitaban en los bosques y nada los relacionaba, ahora que las costumbres han cambiado, los espejos han sido ideales, más cómodos para los mayúsculos. Fue durante la era industrial en que decidieron, en esa revuelta invisible, saltar de la madera al cristal y el aluminio. Los viejos días habían pasado, querían vivir mejor y lo lograron; cuando se refugiaban en la madera, a veces pasaban frío si corrían la suerte de colocarse en la puerta de entrada, eran azotados y vilipendiados si les tocaba vivir en la puerta trasera, los mayúsculos más tristes casi siempre eran los más pobres y vivían agolpados en mesitas de té o de postres. La era de los materiales sintéticos hizo muy difícil la vida en aquellos lugares; ya no había madera en las puertas, el plástico agreste y el metal tan sensible a las temperaturas, no les dejaba más que angustias y estrés; dolores de cabeza, fiebres, incomodidad, insomnio. Por eso en tu espejo vive el mayúsculo que te asustó anoche. No te voy a mentir y decirte que no debes de temerle, que es bueno; no, el mayúsculo quiere asustarte, lo sé por experiencia propia, el mayúsculo de mi espejo sí es mucho más grande que una rata y también come carne de animal. Sin embargo, dicen que las cosas se parecen a su dueño; si de verdad te preocupa entonces tendrá ese gesto de angustia que tanto te perturba, no lo veas y no le hagas caso, aunque grite; si te despierta, saca el espejo a la sala. Como sea, yo siempre estoy en el cuarto contiguo y si siento que el mayúsculo viene a asustarte, iré a vigilar tu sueño papá.

Los Vástagos Genios del Árbol

El árbol, de alto y tremendo porte, mostrándose a la planicie, veía con disimulo un campo lleno de otros árboles iguales a él. No es que se identificase, sino que se sabía de la misma especie. Todo árbol es diferente. Éste recordaba con rabia el vínculo que tenía con la humanidad desde su origen. No lo recordaba con amor. Sus frutos dejaron de ser cultivados porque en algún punto, durante la recolección, se volvieron amargos y duros, y en cada cosecha se acentuaban sus nuevas características. Así expresó el árbol su negativa a seguir produciendo para la humanidad. Cada uno de esos frutos nefastos caía al suelo sin ser recogidos ni generar plantas, porque en la putrefacción, su amargura deshacía las semillas. Los pájaros no se acercaban a liberarlas de la pulpa a su alrededor porque no soportaban el olor o el gusto que les provocaba. La misión y contenido de cada manzana era el odio. Entre ellas se comentaba el desprecio a los niños que subían por sus ramas a buscarlas como golosinas; gritaban –incluso entre ellas- los peores insultos que manzana alguna conociera y otros que con toda su genialidad –hay que reconocerla- inventaban. Cuando caían rodaban con malicia con sus pieles brillantes imitando animales peligrosos, asustando a los novios que estuviesen de día de campo o refugiándose amorosos de la lluvia. También hablaban de sus conocimientos acumulados a lo largo de miles de años de manera fría y analítica. Últimamente, es decir, desde las últimas cinco generaciones de frutas, en ese árbol se discutía la segunda mejor manera de desquiciar a la humanidad, ahora que ya se habían vuelto incomestibles. De las conferencias de una rama, la más alta, surgió la idea de caer como proyectil sobre los humanos paseantes y distraídos. Aplaudida la teoría, se dispuso dejar caer a uno de los expositores para aplicarla. La manzana elegida, abandonando el árbol para golpear al hombre sentado bajo la sombra, se dio cuenta en su vertiginosa carrera vertical de que el objetivo de su existencia no era caer cerca del árbol que la engendró; y que no podría crear de sus entrañas un nuevo vegetal majestuoso como lo deseaban en secreto las manzanas de aquél gigante; que no sería ni siquiera disfrutada por otro ser, porque a su ofrecimiento como sacrificio sería rechazada y escupida. Supo entonces que su lance al vacío fue una acción de amor, para ser amado por otros, para ser aceptado. Se abandonó al amor, no sólo brindándolo a sus semejantes, sino a sus enemigos por igual. Así el fruto, convertido en un santo, hizo un regalo a la humanidad; iluminando al idiota sentado a su sombra cuando al caer le golpeó en la cabeza. Newton había encontrado a su más grande maestro.

Los Mitos

Eloebh ha vivido lo suficiente como para discutir con su maestro y destronarlo de su posición en una exposición pública. No quiere hacerlo porque sabe que si su maestro fuese puesto en tela de juicio y llamado “sofista” como tiro de gracia, entonces él quedaría huérfano de conciencia: “¿Dónde han quedado vivos tus pensamientos, si tu maestro ha muerto por sofismo?”. Aquí no vive nadie, sino es a través de la tradición y la seguridad de la sucesión. Eloebh sabe que no puede atacar a los Dioses, a los Amores ni a las Democracias, que no debe, pero no cree en ellos. Sin embargo, guarda la esperanza de que en algún lugar lejano existan. Cuando se paró frente a la entrada de la gruta, el sol no le molestaba tanto. Pero el vapor que las plantas cederían ese día ya se había terminado, ese aire fresco no le reconfortaría más. La sombra de Eloebh se había reducido al mínimo y supo que tenía mucho tiempo a la puerta del Oráculo. Puede escuchar que muy lejos, en el fondo, detrás de las estalactitas y estalagmitas, detrás de la obscuridad, el Oráculo habla. Eloebh perdió los dedos de la mano izquierda trabajando con cuerdas de carga. A pesar de haberse formado en las ciencias, siempre ha sido un esclavo. -¡Dime, Oráculo!- Gritó sosteniéndose de las protuberancias de la gruta- ¡Dime acerca de los Dioses, de los Amores, de las Democracias! Sé que sabes de ellos- Y luego susurró para él mismo “deben de habitar algún lugar”. Eloebh sólo escuchaba sus propios pasos, que sonaban cuando resbalaba sobre lodo o cuando pisaba en una cuenca de agua. Caminó a tientas y a ciegas al fondo de la gruta, hasta que acostumbró sus ojos. Entonces ligeros tonos azulados le indicaron, con poca certeza, dónde pisar y por dónde podía desplomarse. No dejó de extender sus brazos para tocar las salientes que le pudieran golpear el rostro o la cabeza. Bebió del arroyo que bajaba a saltos cuando le dio sed. Varias veces se sentó para descansar en la total negrura; codo sobre la rodilla y palma contra la barba. Se había resbalado y cayó de posaderas contra las piedras, se dobló encorvándose hacia atrás, por el dolor. Fue cuando vio al Oráculo. De repente había luz en la cueva y no se observaba sombra alguna. -Eloebh. Dioses, Amores y Democracias. ¿Para qué quieres saber de ellos? ¿Por qué los haces convivir? -Oráculo. Porque no creo en ninguno. Me han dicho cómo son los Dioses y no los anhelo, no siento sus promesas ni sus regalos. A los Dioses no les huelo ni pruebo, no les haré el amor ni les veré y jamás me han hablado. Oráculo, los Amores son imperfectos, llenos de tanta humanidad, lo humano no es sublime, los Amores son bellos y puros, pero además son estados alterados que no perduran. Oráculo, mira mi mano –y la alzó- mi palma es como la luna, un sol que ha perdido sus rayos anaranjados. Mi palma es luna porque he debido de obedecer a mis amos, tengo muchos amos, uno cada día, porque cada día busco uno, a veces no encuentro, ese día no como y no puedo asistir a la escuela, porque no puedo pagar ninguno de esos dos lujos. Dicen que esto es resultado de las Democracias, que vivimos así por ellas. Y la gente ya no se preocupa de que se logre algo bueno, porque saben que no se logrará. Quieren que se les diga la verdad. Se les habla del alimento que no comerán, del dinero que no gastarán, de la educación que no recibirán, del futuro que no vivirán. Oráculo, vine a pedir la verdad. Bajó sus manos y la luz despareció. El Oráculo también. Eloebh gateó de regreso a la salida de la gruta. En el camino, cuando ya distinguía entre la penumbra, escuchó un susurro un poco más fuerte que la mayoría de sus pensamientos, pero no tanto como para pensar que hubiese un posible interlocutor; aquella insinuación de voz decía: “¿Qué pasará, Eloebh, cuando sólo haya un Dios, un sólo Amor y única Democracia?”. Eloebh se horrorizó. -¡Es verdad! ¿¡Qué pasará cuando la gente sólo pueda sentir culpa, cuando sólo pueda amar a una persona, cuando sólo pueda votar!? Eloebh corrió fuera de la cueva, golpeando el camino y elevando polvo. *** ¡Oh, Eloebh!, el gran maestro. Nos dejó su legado en la piedra, cuando nos enseñó la forma de los Dioses que conocía. Pero no creo que sean esos los Dioses, yo inventaré los míos. Nos dijo de las formas del amor y sus recipientes, pero tampoco le creí, yo aprenderé mi forma de amar. Las Democracias le apasionaron y nunca dejó de hablar de estabilidad y reforma, y en su lecho de muerte gritaba ¡revuelta! Deliberadamente escribió libros que se contradecían, hizo obras de arte ambiguas, escribió canciones sin letra. Las futuras generaciones interpretarían sus creaciones en mil formas. Eloebh inventó Dioses, Amores y Democracias. No lo culpo.