¡Ante Dios! - !Mas ahora ese
Dios ha muerto! Vosotros hombres superiores, ese Dios era vuestro
máximo peligro.
Sólo desde que él yace en la
tumba habéis vuelto vosotros a resucitar. Sólo ahora llega el gran
mediodía, sólo ahora se convierte el hombre superior - ¡en señor!
¿Habéis entendido esta
palabra, oh hermanos míos? Estás asustados: ¿Sienten vértigo en
vuestros corazones? ¿Veis abrirse aquí para vosotros el abismo? ¿Os
ladra aquí el perro infernal?
¡Bien! ¡Adelante! ¡Vosotros
hombres superiores! Ahora es cuando la montaña del futuro humano
está de parto. Dios ha muerto: ahora nosotros queremos –
que viva el superhombre.
Así hablaba Zarathustra
Es
necesario considerar para este texto la lectura sobre una línea
argumentativa que no nos desvíe en los datos que conciernen a
ciertas órdenes o ciertos grados. Así que perseguiremos sólo lo
que nos ocupa a los Thelemitas en general.
1.
Primero, debemos reconocer que vivimos en un Nuevo Eón, el Eón de
Horus. Uno que trae un cambio de paradigma con respecto a todo lo
espiritual y organizativo en el mundo. Esto es un cambio que se ha
dado en lo que los historiadores llaman “larga duración” (longe
dureé), son ciclos en las formas de vida y experiencia con una
velocidad muy lenta; los Eones son humanos y son observables en sus
sociedades, pero TAMBIÉN SON ESPIRITUALES, DELIMITAN LA REALIZACIÓN
Y SUS REGLAS Y FÓRMULAS.
Los
Eones tal y como nos los explicamos los Thelemitas son tres: El Eón
de Isis, donde las sociedades prehistóricas existen aunados a la
naturaleza, sin diferenciación de los fenómenos externos ecológicos
o climáticos. La divinidad está representada por la fertilidad
femenina, por el Don de dar la Vida, por los signos de capacidad
reproductiva -los pechos, las caderas, la gordura-. Esta fase da como
resultado una organización sobre la que sólo podemos especular, de
devoción a la gran madre, de sostén por la recolección.
El
Eón que le sucede es el del Padre, al que se dio el cambio de
paradigma a través del paso de las sociedades recolectoras a una que
vio crecer la caza. Los hombres, en su búsqueda por el sustento
fueron estableciendo estrategias y luego sociedades dentro de las
sociedades, con su trabajo diferenciado, tenían un lugar que se fue
privilegiando, puesto que la cantidad de calorías que recuperaban
para sus grupos eran importantes. En este proceso de larga duración
el poder de los sujetos masculinos fueron teniendo cada vez más
poder sobre otros, mujeres, jóvenes y niños. De este Eón data la
figura del Dios Sacrificado (Dying God), que en su sufrimiento y
muerte sustituía a la presa de una caza fallida, el cazador es
canibalizado para salvar a sus cercanos, a su progenie, a sus hijos.
2.
Todo Thelemita, nos dice J. Daniel Gunther (2009), “debe prestar
especial atención a la distinción entre abrogación y supercesión.
Muchas de las doctrinas del Eón anterior has sido claramente
abrogadas; otras, aunque siguen siendo válidas, han sido
supercedidas. Un claro entendimiento de esta distinción es necesario
para comprender el Sistema de Iniciación en el Eón del Niño”.
Con este fin, además, debemos de explicar la fórmula que gobernaba
el Eón pasado.
Este mito del Dios Sacrificado evoluciona hasta el último maestro de
este Eón, Jesús el Cristo, quien puede ser comparado con otros
héroes tales como Odín, Dionisio, Adonis, Attis. Este Dios
Sacrificado no sólo se ha relacionar a la caza y el sacrificio en
ella, sino con la agricultura, el plantado de la semilla y su
paulatino brote dador de alimento. El misterio de la semilla
necesaria para la vida era algo que también se encontraba en la
nuevas dominación de la vida social, simbólica de relación con la
tierra como Madre, pues en su surco se imponía.
El
mito del Dios Sacrificado tal y como la doctrina teológica de Jesús
expresa CONTIENE COMO ELEMENTO NECESARIO EL SUFRIMIENTO PARA LA
REALIZACIÓN. El auto-sacrificio no es una idea que deba de ser
desechada en todos los casos, este tipo de sacrificio por fines
superiores es parte de los mecanismos de sobrevivencia de las
sociedades, LO QUE ENVILECE ESTE SACRIFICIO ES PROCLAMAR GLORIA EN EL
SUFRIMIENTO. Es diferente la obtención de la GLORIA A PESAR DEL
SUFRIMIENTO a obtener la GLORIA A TRAVÉS DEL SUFRIMIENTO y esta es
la doctrina de Jesús.
Los
Thelemitas deben tener en claro que este dogma del autosacrificio
correlacionado a la justeza o la bondad, debe de ser rechazado. No
sólo porque los sacrificios de sangre que Jehová demanda son por
formas y medios irracionales, sino porque el cristianismo mismo ha
reconocido con horror su fin en el libro de las Revelaciones
(Apocalipsis). El dogma del Pecado Original tampoco es considerado
como pauta.
Los
símbolos del Viejo Eón (del Padre), tales como la Cruz o el Nígredo
(Plomo), la Noche, han pasado al Nuevo Eón, pero hay dos puntos
vitales a tomar en cuenta para su interpretación y la forma en que
operan:
(1) La muerte mística no significa más la Obtención Suprema.
(2) La doctrina vil y supersticiosa de la Segunda Muerte es
repudiada.
Es de notar que en el Eón presente la fórmula central no es L.V.X.
sino N.O.X., la representación de lo Solar ya no necesita una
oposición Día/Noche de antagonismo, Gunther describe que la fórmula
de N.O.X. es aquella de la Madre (Heh), mientras que L.V.X. fue
alguna vez la del Hijo (Vau). L.V.X. alguna vez abrió el Baúl de
Abiegnus, N.O.X. abre las Puertas de las Ciudad de las Pirámides.
L.V.X. no abrirá más el Baúl de las Montañas de los Adeptos,
ahora abre las cuatro puertas al Palacio al pie de la Montaña. Ya no
es la voz del Hijo Tipheret, sino de la Hija Malkuth, que bordea los
Quliphot. La fórmula I.N.R.I no tiene relación con este L.V.X. y es
útil sobre todo a quienes no han aceptado la Ley de Thelema.
Sobre
el Nígredo o el Plomo, en citas extraídas de Leví, Waite y
Blavatsky, vemos que Osiris y su naturaleza es primaria y básica, es
elemento base pero apto para la transformación; Levi dice que Osiris
es un Dios negro y que esto vale para todo Dios antropomórfico;
según Waite, el Dios adornado por los profanos es sólo la sombra
del verdadero Dios; Blavatsky escribió que Osiris Noúmeno es
obscuridad para el mortal. Se resume en una frase -que se decía
susurrada a los adeptos en las profundidades de una cámara-: “OSIRIS
ES UN DIOS NEGRO”. La transformación de la Primera Materia en la
Sustancia Arcana, está presente en las conclusiones siguientes, tal
como entiendo, los egipcios debieron haber tomado esto de forma muy
íntima, ya que consideraban que Osiris era cada hombre y mujer
egipcia, y que Khem (Egipto o la Tierra Negra) el espacio fértil que
dejaba el Nilo después de su inundación estacional, era lo que les
daba vida.
Ahora,
el material base de la Obra ha cambiado poco, pero su catalizador es
un Nuevo Vino y la Piedra de los Filósofos es un Piedra Negra.
Osiris es un Dios Negro y no hay más Dios que el Hombre.
3.
La consideración que Gunther hace sobre el concepto de Abismo, que
dice, el Viejo Eón no tenía, y argumenta que no había concepción
de unión de lo ideal y lo manifiesto, o que Dios era sólo una
proyección en Netzach, quizá sea exagerada y debatible. Lo que es
seguro es que Crowley dejó en manos de la humanidad la técnica del
paso por el Abismo o Daath.
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