sábado, 20 de febrero de 2016

Iniciación en el Eón del Niño Capítulo 1




¡Ante Dios! - !Mas ahora ese Dios ha muerto! Vosotros hombres superiores, ese Dios era vuestro máximo peligro.
Sólo desde que él yace en la tumba habéis vuelto vosotros a resucitar. Sólo ahora llega el gran mediodía, sólo ahora se convierte el hombre superior - ¡en señor!
¿Habéis entendido esta palabra, oh hermanos míos? Estás asustados: ¿Sienten vértigo en vuestros corazones? ¿Veis abrirse aquí para vosotros el abismo? ¿Os ladra aquí el perro infernal?
¡Bien! ¡Adelante! ¡Vosotros hombres superiores! Ahora es cuando la montaña del futuro humano está de parto. Dios ha muerto: ahora nosotros queremos – que viva el superhombre.

Así hablaba Zarathustra




Es necesario considerar para este texto la lectura sobre una línea argumentativa que no nos desvíe en los datos que conciernen a ciertas órdenes o ciertos grados. Así que perseguiremos sólo lo que nos ocupa a los Thelemitas en general.

1. Primero, debemos reconocer que vivimos en un Nuevo Eón, el Eón de Horus. Uno que trae un cambio de paradigma con respecto a todo lo espiritual y organizativo en el mundo. Esto es un cambio que se ha dado en lo que los historiadores llaman “larga duración” (longe dureé), son ciclos en las formas de vida y experiencia con una velocidad muy lenta; los Eones son humanos y son observables en sus sociedades, pero TAMBIÉN SON ESPIRITUALES, DELIMITAN LA REALIZACIÓN Y SUS REGLAS Y FÓRMULAS.



Los Eones tal y como nos los explicamos los Thelemitas son tres: El Eón de Isis, donde las sociedades prehistóricas existen aunados a la naturaleza, sin diferenciación de los fenómenos externos ecológicos o climáticos. La divinidad está representada por la fertilidad femenina, por el Don de dar la Vida, por los signos de capacidad reproductiva -los pechos, las caderas, la gordura-. Esta fase da como resultado una organización sobre la que sólo podemos especular, de devoción a la gran madre, de sostén por la recolección.

El Eón que le sucede es el del Padre, al que se dio el cambio de paradigma a través del paso de las sociedades recolectoras a una que vio crecer la caza. Los hombres, en su búsqueda por el sustento fueron estableciendo estrategias y luego sociedades dentro de las sociedades, con su trabajo diferenciado, tenían un lugar que se fue privilegiando, puesto que la cantidad de calorías que recuperaban para sus grupos eran importantes. En este proceso de larga duración el poder de los sujetos masculinos fueron teniendo cada vez más poder sobre otros, mujeres, jóvenes y niños. De este Eón data la figura del Dios Sacrificado (Dying God), que en su sufrimiento y muerte sustituía a la presa de una caza fallida, el cazador es canibalizado para salvar a sus cercanos, a su progenie, a sus hijos.



2. Todo Thelemita, nos dice J. Daniel Gunther (2009), “debe prestar especial atención a la distinción entre abrogación y supercesión. Muchas de las doctrinas del Eón anterior has sido claramente abrogadas; otras, aunque siguen siendo válidas, han sido supercedidas. Un claro entendimiento de esta distinción es necesario para comprender el Sistema de Iniciación en el Eón del Niño”. Con este fin, además, debemos de explicar la fórmula que gobernaba el Eón pasado.

Este mito del Dios Sacrificado evoluciona hasta el último maestro de este Eón, Jesús el Cristo, quien puede ser comparado con otros héroes tales como Odín, Dionisio, Adonis, Attis. Este Dios Sacrificado no sólo se ha relacionar a la caza y el sacrificio en ella, sino con la agricultura, el plantado de la semilla y su paulatino brote dador de alimento. El misterio de la semilla necesaria para la vida era algo que también se encontraba en la nuevas dominación de la vida social, simbólica de relación con la tierra como Madre, pues en su surco se imponía.

El mito del Dios Sacrificado tal y como la doctrina teológica de Jesús expresa CONTIENE COMO ELEMENTO NECESARIO EL SUFRIMIENTO PARA LA REALIZACIÓN. El auto-sacrificio no es una idea que deba de ser desechada en todos los casos, este tipo de sacrificio por fines superiores es parte de los mecanismos de sobrevivencia de las sociedades, LO QUE ENVILECE ESTE SACRIFICIO ES PROCLAMAR GLORIA EN EL SUFRIMIENTO. Es diferente la obtención de la GLORIA A PESAR DEL SUFRIMIENTO a obtener la GLORIA A TRAVÉS DEL SUFRIMIENTO y esta es la doctrina de Jesús.

Los Thelemitas deben tener en claro que este dogma del autosacrificio correlacionado a la justeza o la bondad, debe de ser rechazado. No sólo porque los sacrificios de sangre que Jehová demanda son por formas y medios irracionales, sino porque el cristianismo mismo ha reconocido con horror su fin en el libro de las Revelaciones (Apocalipsis). El dogma del Pecado Original tampoco es considerado como pauta.



Los símbolos del Viejo Eón (del Padre), tales como la Cruz o el Nígredo (Plomo), la Noche, han pasado al Nuevo Eón, pero hay dos puntos vitales a tomar en cuenta para su interpretación y la forma en que operan:

(1) La muerte mística no significa más la Obtención Suprema.
(2) La doctrina vil y supersticiosa de la Segunda Muerte es repudiada.

Es de notar que en el Eón presente la fórmula central no es L.V.X. sino N.O.X., la representación de lo Solar ya no necesita una oposición Día/Noche de antagonismo, Gunther describe que la fórmula de N.O.X. es aquella de la Madre (Heh), mientras que L.V.X. fue alguna vez la del Hijo (Vau). L.V.X. alguna vez abrió el Baúl de Abiegnus, N.O.X. abre las Puertas de las Ciudad de las Pirámides. L.V.X. no abrirá más el Baúl de las Montañas de los Adeptos, ahora abre las cuatro puertas al Palacio al pie de la Montaña. Ya no es la voz del Hijo Tipheret, sino de la Hija Malkuth, que bordea los Quliphot. La fórmula I.N.R.I no tiene relación con este L.V.X. y es útil sobre todo a quienes no han aceptado la Ley de Thelema.

Sobre el Nígredo o el Plomo, en citas extraídas de Leví, Waite y Blavatsky, vemos que Osiris y su naturaleza es primaria y básica, es elemento base pero apto para la transformación; Levi dice que Osiris es un Dios negro y que esto vale para todo Dios antropomórfico; según Waite, el Dios adornado por los profanos es sólo la sombra del verdadero Dios; Blavatsky escribió que Osiris Noúmeno es obscuridad para el mortal. Se resume en una frase -que se decía susurrada a los adeptos en las profundidades de una cámara-: “OSIRIS ES UN DIOS NEGRO”. La transformación de la Primera Materia en la Sustancia Arcana, está presente en las conclusiones siguientes, tal como entiendo, los egipcios debieron haber tomado esto de forma muy íntima, ya que consideraban que Osiris era cada hombre y mujer egipcia, y que Khem (Egipto o la Tierra Negra) el espacio fértil que dejaba el Nilo después de su inundación estacional, era lo que les daba vida.

Ahora, el material base de la Obra ha cambiado poco, pero su catalizador es un Nuevo Vino y la Piedra de los Filósofos es un Piedra Negra. Osiris es un Dios Negro y no hay más Dios que el Hombre.


3. La consideración que Gunther hace sobre el concepto de Abismo, que dice, el Viejo Eón no tenía, y argumenta que no había concepción de unión de lo ideal y lo manifiesto, o que Dios era sólo una proyección en Netzach, quizá sea exagerada y debatible. Lo que es seguro es que Crowley dejó en manos de la humanidad la técnica del paso por el Abismo o Daath.