domingo, 5 de diciembre de 2010

Big Black Box

Una caja de metal, dentro de ella comía Johny B. su pizza.

A Johny B. de dieron una probada de infierno. Al sentarse una incomodidad que no provenía de su sofá le invadía las nalgas. La espalda caliente. Un mosco que le picaba. Solo en la casa Johny B. y sin luz no podía prender la tele. Se sorprendió intentando prender la tele. Se sorprendió sabiendo que no hay respuestas que pasen por tele. En el infierno la atención de los habitantes se desvía hacia cualquier otra cosa que no sea su tortura y hacen de su rutina algo más grande que su sufrimiento. Prendía la televisión.

Siete años Johny B. estuvo platicando consigo, comiendo el borde de su pizza, prendiendo la tele. Tiene tres cerebros; neocórtex, límbico, reptiliano. Si alguna vez fue arrebatado por algo, así llevado al purgatorio, a la tierra o al cielo no reconocío en su falta de atención dónde estaba.

Atrofiado su último cerebro (el más alto) en su próxima reencarnación será quitado. Se les dan otros sentidos –para que quizá así pongan atención- y vuelven para ser otras criaturas.

Así fue como Gregor Samsa se hizo insecto de un solo cerebro. Y de cómo los reptiles son demonios. Y de cómo se pierde incluso lo que no se tiene.